Claudia Casuso, artista y directora del nuevo colectivo Lo Invisible, presenta una propuesta que busca rescatar la esencia más pura del arte: la honestidad, la emoción y la experiencia humana. Desde su propia introspección y recorrido artístico, Casuso ha reunido a un grupo multidisciplinario de creadores que comparten la necesidad de expresar lo intangible, lo esencial y lo que no siempre se ve, pero se siente. En esta entrevista nos cuenta cómo surgió el proyecto, qué significa Lo Invisible y cómo buscan tocar otras almas a través de la creación.
A continuación, la entrevista:
¿Desde cuándo y cómo nació la idea del colectivo de arte Lo Invisible? ¿Hubo un momento o experiencia que detonó la necesidad de crearlo?
Lo Invisible vino a mí este año. Estos meses han sido un proceso largo de introspección y reflexión a raíz de algunas situaciones en mi vida, personales y en el mundo del arte. Entre la decepción, retos y frustraciones, nació la necesidad de recuperar mi vida y, a la par, la naturaleza transparente y primaria del arte, lo esencial, lo intangible, lo invisible. Sentí la necesidad de expresar lo que estaba sintiendo a través de lo que mejor sé hacer: crear. Esa palabra cobró un sentido diferente, entendiendo que no se limita a la obra, al papel o al material; es, más bien, la experiencia humana. Es así que decidí reunir esa experiencia humana con más personas con esa necesidad de simplemente compartir lo que deben expresar.
“Lo Invisible no es solo arte, es la experiencia humana transformada en creación: llorar, reír, vivir… eso es lo que queremos compartir.”
El nombre del colectivo tiene una carga simbólica muy fuerte. ¿Qué significa “Lo Invisible” para ustedes en el contexto del arte?
Lo Invisible es, precisamente, eso: lo que más tiene sentido, lo que más importa, lo que mayor valor tiene; es aquello que no podemos ver ni tocar. Es el sentir de estar vivo con todo el dolor, el llanto, el gozo, las lágrimas, la pasión, la felicidad, los cuales luego generan esa necesidad de sacarlo de dentro y transformarlo en lo que llamamos “obra de arte”, por la pura necesidad de catarsis, más allá del valor estético.
Lo Invisible es llorar, gritar, amar, reír, vivir, atreverse a sentir.
¿Cómo se fueron encontrando los artistas que hoy forman parte del colectivo?
Esta idea —la cual se fue formando con mis experiencias de este año— surgió también conversando con muy buenos amigos que conocí a través del arte. Ellos fueron los primeros en ser artistas del colectivo y luego, poco a poco, fui convocando y compartiendo mi idea con más amigos y más seres humanos hermosos que conectaron con Lo Invisible.
En su manifiesto dicen que buscan “devolver el corazón al arte”. ¿Desde cuándo sienten que se ha perdido el corazón en el arte contemporáneo y cómo consideran recuperarlo?
Somos muchos artistas, muchos seres humanos que, al conversar, notamos esa coincidencia en la percepción de que lo que muchos llaman arte hoy es mera controversia, frivolidad y marketing sin alma. Sin ánimo de entrar en debate, para mí, como para muchos, si detrás de la obra no hay alma o no hay experiencia humana honesta, si no hay sentimiento o un mensaje profundo que compartir, amarrado a la dedicación, al talento, al estudio, al esfuerzo y al trabajo, entonces no es arte. Y no me refiero a corrientes ni estilos, me refiero a la honestidad. En el fondo, creo que todos sabemos qué es arte y qué no, pero estamos en la época del facilismo y la gratificación instantánea, algo que se refleja en cada aspecto de la vida. Como en todo, arte para mí es honestidad. Si no hay honestidad en uno mismo y en la obra, no es arte.
Hablan de “tocar otras almas” a través de la creación. ¿De qué manera lo logran en la práctica, ya sea en una pintura, una canción o un poema?
Partiendo de algo que ya he mencionado: honestidad y experiencia humana. Si un artista comparte su experiencia, su sentir en una obra desde la honestidad, es inevitable tocar el alma o corazón de una persona, porque en algún momento ha tenido alguna experiencia o sentir similar que incluso esa obra puede ayudar a sanar o a no sentirse solo. Por eso es tan importante la honestidad en la obra. Una obra honesta, con sentimientos, puede llegar a impactar incluso a animales; eso ha sido ampliamente registrado, sobre todo en la música. También desde la empatía podemos conectar entre las personas con el sentir que comparten en sus obras. Yo creo que es una sinergia entre artista y espectador porque, de alguna manera, al expresarnos en una obra, es como una conversación, solo que en diferido.
“Si detrás de una obra no hay honestidad ni sentimiento, no es arte; devolver el corazón al arte es nuestra manera de resistir al facilismo y la superficialidad.”
¿Cómo equilibran la disciplina artística con la emoción y la espiritualidad que parecen ser pilares de su propuesta?
Como lo mencioné, para mí, el arte está amarrado con el trabajo, el estudio, el esfuerzo, el talento, la devoción y, justamente, esa palabra, disciplina (una de mis palabras favoritas), es la que hace que los artistas logremos, a pesar del universo de emociones que podamos sentir y de tantas distracciones, transmutar nuestras experiencias y sentimientos en una canción, un poema, una pintura, una fotografía y más.
¿Cómo dialogan las distintas disciplinas —poesía, música, artes plásticas— dentro de la exposición?
La base del colectivo es la libre expresión desde la honestidad. Mi interés es que los artistas podamos mostrar nuestro arte en toda su desnudez, independientemente de la forma, soporte o estilo. También es interesante para mí cómo cada persona tiene su necesidad de expresar o explotar lo que siente en algún medio específico. Es muy particular. Cada artista tiene su forma de sanar y evolucionar, y eso se refleja también en el medio o los medios que elige. Por eso también fue la idea de que el colectivo sea multidisciplinario.
¿De qué forma el artista puede exponer con el colectivo?
Cada cierto tiempo estaré abriendo convocatorias que publicaré en las redes.
Mencionan una frase de Jonathan Larson: “Lo opuesto a la guerra no es paz, lo opuesto a la guerra es creación”. ¿Qué representa para ustedes esa idea en este momento del mundo y del arte?
La guerra es pura destrucción; solo tiene sentido que su total opuesto sea la creación. Es la forma. Sigamos creando, sigamos construyendo, y no se limita a una obra de arte. Crear es vivir. Construyendo caminos, grupos, organizaciones, familias, viviendas, bosques, refugios y, claro, la belleza del sentimiento en el arte. El dolor de la destrucción transmutado en una obra de arte es aprender a ser valiente. Es la vida después de sobrevivir. A veces, a través de la creación de una obra, es gritarle a la hipocresía y la injusticia en su cara y decirles que no vencerán. Es decir “aquí estamos y aquí seguiremos”. Es mostrar que seguimos teniendo corazón y que se hace más fuerte.
Coméntenos sobre la próxima exposición de Lo Invisible
La labor del artista es desnudar su alma para tocar la vulnerabilidad del que observa y retornar a la pureza infantil de expresar su verdad.
Estás cordialmente invitado al lanzamiento del nuevo colectivo de arte, la comunidad de artistas Lo Invisible.
Inaugura el sábado 13 de diciembre en la Galería de Arte Martín Yépez, a las 7 p. m.
Dirección:
Av. Nicolás de Piérola 938, Plaza San Martín, Centro Histórico de Lima.
Artistas miembros del colectivo
Giuliana Carrillo Pastor, Gonzalo Garrido-Lecca, Gustavo Combariza, JAVO, Flori Bandini, Alejandro Salazar, MEL, Saveta Caselli Krstonosic, Elizabeth Moore, Joseph De Utia, Jean Paul Strauss, Sergio Armando, Claudia Casuso.
Artista invitado:
Francisco López, quien se presenta con su guitarra en la inauguración.
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