Hace veinticinco años, en el histórico y cultural distrito de Barranco —cuna del criollismo y hogar del Puente de los Suspiros y de figuras como Chabuca Granda— nació un proyecto familiar que transformaría la forma en que miles de peruanos y visitantes del mundo se conectan con las raíces del Perú. Ese proyecto se llamó La Candelaria, un espacio que hoy celebra un cuarto de siglo honrando la visión y el sueño de Dino Arenas Lozada (1951-2017) y su esposa Marusa, quienes apostaron por la danza folclórica como un acto de amor al país.

Un espacio que encendió identidad

Criado entre Arequipa y Puno, Dino llegó a Lima con el sonido de los sikuris, los colores de nuestras danzas y la convicción de que la cultura une y fortalece la identidad diversa del Perú. Junto con Marusa, dieron vida a un escenario donde la marinera, el festejo, el huayno, el tondero, la diablada, el sikuri y muchas expresiones regionales encontraron un lugar para brillar con respeto y orgullo. Ambos creían, sobre todo, en el poder transformador del arte

En Barranco —distrito bohemio, tradicionalmente vinculado al arte y la cultura criolla— apostaron por revalorizar el folclore en un entorno urbano y cosmopolita, desafiando prejuicios y consolidando un punto de encuentro para generaciones de artistas y espectadores.

Un legado que vibra cada semana

Durante estos 25 años, por el escenario de La Candelaria han pasado cientos de artistas, músicos y bailarines, cuyas presentaciones han inspirado a públicos de todas las edades y muchas nacionalidades. Cada semana, cientos de personas disfrutan del folclore en vivo, lo que representa más de medio millón visitantes en toda su historia: familias, escuelas, turistas y amantes de la cultura que encuentran aquí una experiencia auténtica y profundamente peruana.

La Candelaria: 25 años generando orgullo e identidad

Este aniversario reafirma un compromiso que se mantiene intacto desde el inicio: difundir y dignificar nuestras expresiones culturales, fortaleciendo el vínculo entre tradición, identidad y orgullo nacional. Desde talleres, espectáculos y coproducciones, hasta celebraciones que conectan costa, sierra y selva, La Candelaria es hoy una ventana al Perú profundo.

Más que una peña, es un sueño familiar hecho realidad: un lugar donde la cultura derriba barreras, donde la danza es resistencia y donde cada aplauso reafirma que el folclore sigue vivo —y seguirá latiendo fuerte— desde el corazón de Barranco para todo el Perú.

Un emprendimiento que inspira

La historia de La Candelaria es, en esencia, la historia de una pareja de emprendedores peruanos que creyeron en lo suyo cuando pocos lo hicieron. Dino y Marusa creyeron firmemente que la cultura es un motor para eliminar brechas, derribar prejuicios y reconocer al “otro” como parte de un mismo país. Su visión desafió épocas y estereotipos, y hoy continúa guiando a quienes mantienen vivo su legado.

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