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Exposición CADA CABEZA DE LA HIDRA: LA GRÁFICA COLOMBIANA ANTE EL “FRENTE NACIONAL” EN LA COLECCIÓN DEL PROYECTO BACHUÉ

 

ü  La muestra estará disponible del jueves 7 de octubre al viernes 31 de diciembre, alberga más de 100 obras gráficas de artistas como Luis Ángel Rengifo, Alonso Quijano, Augusto Rendón, Nirma Zárate, Clemencia Lucena, Diego Arango, Taller 4 Rojo, entre otros.

 

ü  El ingreso es previa inscripción en mgicpna.pe/nosotros/registra-tu-visita 

 

Como parte de su misión en la difusión de la cultura, el Museo del Grabado ICPNA, presenta la exposición CADA CABEZA DE LA HIDRA: LA GRÁFICA COLOMBIANA ANTE EL “FRENTE NACIONAL” EN LA COLECCIÓN DEL PROYECTO BACHUÉ, donde se exhiben más de 100 obras gráficas de artistas como Luis Ángel Rengifo, Alonso Quijano, Augusto Rendón, Nirma Zárate, Clemencia Lucena, Diego Arango, Taller 4 Rojo, Beatriz González, Alejandro Obregón, Leonel Castañeda Galeano, Bernardo Salcedo, Enrique Hernández, Luis Paz, Carlos Correa, Alipio Jaramillo, Sonia Gutierréz, entre otros.

 

La muestra, que llega gracias al Proyecto Bachué, plataforma de gestión enfocada en las artes visuales colombianas, y bajo la curaduría de Sylvia Juliana Suárez Segura, estará disponible del jueves 7 de octubre al 31 de diciembreen el Museo del Grabado ubicado en el ICPNA La Molina. El horario de visitas es de martes a sábado de 10 a. m. a 6 p. m., previa inscripción en el enlace mgicpna.pe/nosotros/registra-tu-visita.

 

Esta exposición se abre con el conjunto completo de 13 Grabados Sobre la Violencia que Luis Ángel Rengifo realizó en diciembre de 1963, un conjunto de imágenes poéticas y descarnadas de la violencia colombiana que se extendió en todo el país desde el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, un fenómeno que pudrió las raíces de la nación colombiana.

 

Rengifo representa La Violencia como un “monstruo” que se engulle a los integrantes más inocentes del pueblo, en su intento por dar cuenta del fenómeno que se manifestó no solo con la eliminación directa sino con la eliminación simbólica del otro, utilizando el cuerpo del otro como si fuera un campo semántico sobre el cual escribir con el filo de un arma blanca. En los grabados de Luis Ángel se observan los rostros horrorizados de las víctimas, su mirada congelada y sus bocas abiertas en el grito que los ojos buscan de forma incesante e infructuosa en las fotografías.

 

Para el tránsito de los años sesenta a los setenta, la representación alegórica a la violencia fue cediendo paso a su exploración desde una perspectiva contra-informativa y muy polemizante, si en 1963 Rengifo representaba la violencia como un monstruo policéfalo comiendo a un pueblo inocente, en las obras de artistas como Quijano, Rendón y Alcántara, Lucena y el Taller 4 Rojo, entre otros, se puso sobre la mesa de disección Cada Cabeza de la Hidra, proponiendo explicaciones de dicho fenómeno, señalando actores concretos, denunciando sus vínculos.

 

Las hipótesis que sus obras proponían o ponían en circulación contravenían los acuerdos tácitos de los medios de comunicación que trabajaban de forma denodada en la consolidación de la hegemonía de los grupos tradicionales de poder en Colombia, y de forma simultánea operaban una revolución de la mirada sobre la representación de la figura humana, del poder, de la nación y del territorio.

 

En Colombia, el foco puesto sobre las posibilidades del compromiso artístico con la lucha por la ampliación de los derechos culturales y políticos de un país bajo una democracia restringida y sumido en el conflicto armado, hizo de este propio conflicto uno de los temas nucleares de la experimentación poética y política de aquellos años; sin embargo, la experimentación gráfica facilitó la apertura de la mirada hacia otras facetas de la realidad nacional y hacia otros terrenos de la cultura visual.

 

“Desde los años sesenta hasta los ochenta, el grabado fue una matriz experimental generosa desde la que se impulsaron las facetas más críticas de la cultura nacional. Es posible observar en esta exposición que la gráfica permitió la diseminación de interpretaciones del acontecer nacional inquisitivas y reveladoras, a la vez que propuso espacios sociales divergentes para las prácticas artísticas. Así, redefinió el lugar tanto de los artistas como de la producción y circulación de sus obras, extendiendo las zonas y las formas de contacto del arte y la sociedad”, dijo la curadora de la muestra Sylvia Juliana Suárez Segura.

 

Cabe mencionar que la mirada sobre el género, la sexualidad y el erotismo también fueron un espacio intenso de experimentación política en pleno auge de la gráfica, es así que en esta exposición se encuentran algunos ejemplos del quiebre operado sobre la superficie nívea de los cuerpos femeninos, su lugar y sus formas de representación en el arte, como ocurre en las obras de María Teresa Cano, Delfina Bernal y Maripaz Jaramillo; de la apertura del homoerotismo y de la no binariedad a través de la figura del andrógino y de una rendija de luz en los bluyines, en las obras de Óscar Jaramillo y Miguel Ángel Rojas, y de la entrada indiscreta y profanadora de estos artistas a los jardines de la moralidad y la decencia, tan bien custodiados en Colombia, en los libros de Augusto Rendón, Leonel Góngora y en la obra de Juan Antonio Roda.    

 

 

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