Fue el disco que en Argentina los consagró a nivel nacional, por popularidad y ventas, gracias a hits como “Nada personal”, “Cuando pase el temblor”, “Juegos de seducción” y “Danza rota”. Fue un éxito inmenso que preparó el camino para traspasar las fronteras, les aseguró un gran futuro y les reservó un lugar de privilegio en la historia del rock en español.
Antes de comenzar a grabar ese segundo álbum, hubo varios hitos en la carrera de Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti. Por un lado, a principios del ’85 cambiaron de representante y encararon su primera gira en un bus propio, sumando al tecladista Fabián Quintiero como músico invitado. Por otra parte, volvieron a tocar en el Teatro Astros de Buenos Aires, donde habían presentado su primer álbum en diciembre del ‘84, sólo que esta vez realizaron cinco funciones, nuevamente con una original puesta en escena. Dieron por conquistada la Capital Federal y decidieron apuntar al interior de su país, iniciando un lento pero seguro crecimiento a nivel local, con fechas en ciudades de Santa Fe, Salta, Córdoba y Mendoza.
Si bien ya tenían algunas canciones nuevas que probaron en vivo, como “Danza rota” y “Azulado”, su manager de entonces, Alberto Ohanian, sugirió que se mudaran durante dos meses a una quinta en la localidad bonaerense de Parque Leloir, para terminar de componer el nuevo material. A la segunda semana se unieron Fabián, el saxofonista Gonzo Palacios y el guitarrista Richard Coleman.
Un escollo que querían sortear era que la compañía discográfica les ofrecía volver a grabar en los viejos estudios de CBS, pero negociaron poder realizarlo en las modernas instalaciones de Moebio y hacerse cargo de la diferencia de costos, casi el doble de presupuesto. No dudaron en incorporar instrumentos electrónicos y contaron con músicos invitados. La idea era lograr un sonido poderoso y concretar varias ideas que no pudieron llevar a cabo en el disco debut.
Charly, por ejemplo, quiso aplicar un sistema de cámaras naturales del productor americano Steve Lillywhite, algo que en Argentina era absolutamente nuevo y que requirió de bastante experimentación junto al técnico Mariano López. Cada parte de la batería, por ejemplo, se grabó por separado. Y Gustavo ideó con Richard un rebuscado pero efectivo sistema de envío de efectos en estéreo, dividiendo la señal de su guitarra.
En un reportaje de esos días, Gustavo describió los temas nuevos como “Más negros y funky, con mucho dancing y mucho ritmo. Es un trabajo que responde mucho más a lo que queremos en este momento. Y sin duda que hay mejoras, como el nivel de producción, el sonido que logramos y también nuestras interpretaciones instrumentales y vocales. Los arreglos de los temas fueron muy trabajados entre los tres, y veo una mayor riqueza temática. Es un álbum osado, con una atmósfera más densa. No podíamos seguir haciendo la música del primer LP”.
Zeta por su parte sintetizó la búsqueda y el cambio de la siguiente manera: “Soda es un grupo inquieto; nos gusta experimentar, tratar de abrir caminos”.
La portada, una vez más, fue realizada por Alfredo Lois, quien también modificó el logotipo del grupo. La reproducción del arte original no llegó a imprimirse fielmente, y como hubo varias ediciones, en total unas cinco series diferentes, cada una terminó teniendo distintos contrastes del logo y de la mayoría de los colores.
“Nada personal” llegó a las disquerías con un pedido de 20 mil unidades, una cifra inusual, ya que el primer trabajo del grupo aún no había superado y la práctica habitual era que se encargara sólo la mitad del número de unidades vendidas del disco anterior. A partir de ese dato, la compañía discográfica CBS (hoy Sony Music) se decidió a invertir en una importante campaña de promoción.
Dos meses después, Soda Stereo comenzó su carrera internacional, siguiendo una minuciosa estrategia para entrar al mercado chileno, realizando visitas promocionales para darse a conocer y generar la suficiente demanda para que los invitaran al famoso Festival de Viña del Mar.
Mientras tanto, en Argentina, la presentación oficial del álbum se realizó en abril del ’86, con cuatro funciones en el Estadio Obras que convocaron a 16 mil personas. Hubo un ambicioso y elaborado trabajo de escenografía, sonido y luces: el resultado fue impactante y las ventas de “Nada personal” comenzaron a crecer aceleradamente, pasando del Oro que habían alcanzado durante el verano hasta llegar al Disco de Platino, para luego doblar esa cifra en los siguientes meses.
Inmediatamente después de Obras, encararon una monstruosa gira nacional, donde pararon en las ruinas del Pucará en Tilcara (Jujuy) para grabar el emblemático video de “Cuando pase el temblor”, con dirección de Lois.
40 años después, Soda Stereo sigue haciendo historia.
