Reseña de «Las cartas del Boom»
Por: Aarón Alva
Qué grata experiencia el leer Las cartas del Boom. Más de sesenta años después de sus primeras obras, la correspondencia de Vargas Llosa, Cortázar, García Márquez y Fuentes reunida en conjunto por la editorial Alfaguara, en manos de Carlos Aguirre, Gerald Martin, Javier Munguía y Augusto Wong Campos. Una entrega en cierto modo urgente para todo lector interesado en curiosear algo así como el chat de antaño de estos monstruos literarios.
Si bien el movimiento tuvo entre sus filas a notables escritores (Donoso, Rulfo, Roa bastos, etc) fue indudable el eco arrollador y universal del cuarteto en cuestión, motivo entendido por los editores del volumen. La obra inicia con la correspondencia todavía protocolar entre Fuentes y Cortázar, más por la admiración del primero al segundo, en un pedido de colaboración al escritor argentino por sumar su obra (un cuento) a una revista mexicana. A partir de ello se entreteje una amistad literaria, siempre tonificada por el respeto mutuo, a la que van sumándose como nuevos fichajes la aparición de Vargas Llosa y García Márquez. Para todo lector que creció o se dejó matar (en el sentido literario de la palabra) por la grandeza del boom, resulta fascinante casi oír de palabra de estos gigantes la gestación, camino y dudas acerca de libros que despuntaron en el prado artístico como artefactos maestros de su tiempo. Vargas Llosa y sus tribulaciones con La ciudad y los perros o La casa verde, Fuentes con La región más transparente, hasta el laberíntico esfuerzo de García Márquez con Cien años de soledad, dan cuenta de un ahínco fanático por la literatura, actividad que consumía cuerpo, alma y mente de los cuatro amigos, siempre conscientes de su talento y de aquel compromiso estético y renovador que encauzaba su espíritu creativo. Como en todo buen grupo musical, es imprescindible el papel de un productor, y aquí era Cortázar, cuyo quirúrgico ojo de águila llevó incluso a Fuentes a reescribir por entero capítulos completos de su obra, en quien el resto de amigos confiaba como un lector experimentado y castrense. Ello muestra otro código de hermandad: la de primeros lectores y jueces de la obra del compañero.
A su vez, la política conectó al grupo de manera crucial. Aparte de visiones y cartas en el asunto—participaciones en conferencias, firmas de apoyo a causas revolucionarias—, el acto político descolló en los cuatro grandes como el ímpetu apabullante de afianzar una identidad continental a través de la literatura. Aquel enorme interés por contar la naturaleza y turbulencias del mundo latino se aprecia incluso en proyectos, algunos truncos, como el libro a cuatro manos entre García Márquez y Vargas Llosa sobre la guerra peruano colombiana que el creador de Macondo imaginó; y principalmente la propuesta de Fuentes de crear un corpulento conjunto sobre dictadores latinos en el que cada escritor se ocuparía de su respectivo país. Sin embargo, fue asimismo esa cadena política la que, entre otras cosas, iría horadando el acercamiento y comunicación en el clan. Ello, enhorabuena, nunca obturó en ninguno el juicio ni la admiración por la obra del resto.
Casi toda la primera mitad del epistolario describe sus carreras en ascenso, con numerosas publicaciones, premios, traducciones internacionales y participación como jurados en concursos. Por supuesto, el obtener un pedestal consagratorio no es trámite sencillo, por más genio que se nazca. Vemos escritas las peripecias, malabares y esfuerzos titánicos por sacar de su propia sangre obras que, en muchos casos, parecían sobrepasar sus posibilidades; además de embarazosos episodios pecuniarios (principalmente de García Márquez), que por suerte jamás tumbaron su sana codicia de llegar a sobrevivir únicamente a través de la literatura. Como en toda novela río, aparecen personajes bisagra que aportaron con suma importancia en el camino de los novelistas. Editores, críticos, lectores, agentes literarios, toda una flota de figuras implicadas en el boom. Ya hacia la segundad mitad, en los años finales del intercambio, el contacto toma el aire de un compadrazgo más bien sereno, como veteranos de guerra, pero siempre vigentes, propietarios de un lugar inmortal.
Ficha técnica
Las cartas del Boom: Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa
Editorial: Alfaguara
Año 2023
562 páginas
Tapa rústica
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