Por Aarón Alva
En tiempo de cuarentena seguiré compartiendo textos para mantener a los lectores entretenidos 
[#Reseña] “El cerebro corrupto” de Eduardo Herrera, es un valiente testimonio de quien, muchos años atrás, sacaba lustre a las garras de la corrupción. Su ruta como abogado penalista—actividad que ya no ejerce—, empezó desde muy joven, apenas a los veintitantos, y lo llevó a alienarse con la turbia malla que impera en el sistema judicial. Una malla que desde el principio plantea sus reglas como efectivas, siempre y cuando estén exentas de toda moral. Como el mismo Herrera cuenta “nosotros no defendemos culpables o inocentes, sino clientes. Esa fue la enseñanza que me dejó un maestro y que me guio durante mis largos años de especialización en la corrupción.”
Con el poder que el dinero y los contactos otorgan, somos testigos de un ascenso casi volcánico que lo encumbró hasta una posición tan confortable como etérea. Pero el libro no es solo un cúmulo de delitos desnudos. Con un lenguaje desde satírico hasta reflexivo, el autor analiza los motivos del génesis corruptivo. Nos dice, por ejemplo: “Las personas, salvo algunas iluminadas, buscan satisfacer sus necesidades como principal razón de su existencia para llegar, lo más pronto posible, a la felicidad. En ese trance, suelen atravesar problemas que pueden decidir resolver con integridad y coherencia, o con maña: es ahí cuando se presenta el dilema de hacer trampa o perder. Son esas situaciones límite las que nos ponen a prueba. “
Irónicamente, su retiro se dio por perder la libertad de un inocente. A partir de allí, su moral tocó fondo y empezó un resurgimiento en apariencia milagroso. El autor es consciente del valioso aporte que puede brindar como agente expatriado de la corrupción, pues conocer de primera mano su armazón, es el primer paso para el diseño de un modelo ejemplar.
En resumen, un libro valioso que, en estos tiempos de cuarentena, pueden descargarlo en Editorial Estruendomudo
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