El debate sobre la sostenibilidad, el acceso y el valor del arte independiente en el Perú.
En los últimos años, un tema ha generado controversia dentro del circuito artístico: ¿deberían las galerías de arte en Perú cobrar a los artistas por exhibir sus obras? La pregunta, lejos de tener una respuesta única, abre una discusión sobre cómo se financia la cultura y quién asume el costo de visibilizar la creación contemporánea.
El contexto: entre la autogestión y la supervivencia de los espacios
Con el cierre de varias galerías durante y después de la pandemia, muchos espacios independientes han tenido que reinventarse. Sin apoyo estatal suficiente ni incentivos tributarios para el sector, algunos optaron por un modelo mixto: cobrar una cuota al artista por el uso del espacio o por los servicios de montaje, difusión y curaduría.
“Es una forma de mantener viva la galería. Los costos de alquiler, personal y producción son altos, y sin ese aporte sería imposible continuar”, comenta un gestor cultural que prefiere mantener el anonimato.
Sin embargo, esta práctica no está exenta de críticas. Para varios artistas emergentes, pagar por exponer significa asumir un riesgo económico adicional en un mercado donde las ventas no siempre compensan la inversión.
El otro lado: el derecho del artista a acceder sin barreras
“Si el artista debe pagar por mostrar su trabajo, el sistema se vuelve excluyente”, sostienen algunos artistas, que han participado en ferias y espacios autogestionados. “No todos pueden cubrir una tarifa, y eso termina dejando fuera a voces valiosas, sobre todo de regiones o contextos más vulnerables”.
Muchos coinciden en que las galerías deberían ser un puente y no una barrera. En ese sentido, surgen alternativas como los espacios cooperativos o las convocatorias abiertas que financian la producción con apoyo de auspiciadores, fondos públicos o alianzas con empresas privadas.
Nuevos modelos posibles
Algunas iniciativas están explorando esquemas intermedios:
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Comisiones por venta en lugar de tarifas fijas.
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Coproducción de exposiciones, donde artista y galería comparten riesgos y beneficios.
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Residencias y convocatorias que ofrecen exhibición sin costo a cambio de proyectos curatoriales sólidos.
Estos modelos buscan equilibrar el derecho del artista a exhibir con la necesidad de sostenibilidad de los espacios.
Un debate que revela una deuda mayor
El problema de fondo, según varios especialistas, no radica solo en las galerías, sino en la falta de políticas públicas culturales que respalden el trabajo artístico. En países donde el Estado y las empresas privadas invierten en cultura, las galerías pueden ofrecer exposiciones gratuitas para los artistas sin comprometer su viabilidad económica.
Hasta que eso ocurra en el Perú, la discusión seguirá abierta: ¿Quién debe pagar por sostener el arte contemporáneo? ¿El artista, la galería, el público o el Estado?