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Cuando Stephen King mencionó al Perú en 2 de sus grandes obras

Por: Aarón Alva

Conocido como uno de los grandes exponentes del terror contemporáneo, Stephen King ha forjado una carrera literaria prolífica y perdurable. Tal cual cita en su ensayo Mientras escribo, escribir es para el autor norteamericano una adicción que se refleja en las más de sesenta novelas publicadas en casi cinco décadas, muchas de ellas adaptadas con éxito al formato cine y televisión, y leídas por millones de personas en todo el mundo.

No obstante, en contraste al altísimo número de ventas, la obra de King ha sido considerada por cierta ala académica (Harold Bloom a la cabeza) como un producto ligero y menor, aun a costa de sus premios y reconocimientos (Medalla de la National Book Foundation, Premio Mundial de Fantasía, Premio Bram Stoker). Sin embargo, autores del porte de Mariana Enríquez y Alberto Chimal, no tienen reparo en reconocer al creador de Carrie entre sus directrices de escritura, y destacan su aporte y renovación al género del terror. Además, si bien en el universo King abundan monstruos, entidades sobrenaturales, plagas invencibles, muertos vivientes, la principal inquietud del escritor apunta al constructo psicológico de sus personajes. Es en ellos donde recae el mayor enfoque tensional, trabajado desde una profunda base conductista, que encuentran en lo fantástico (cuando aparece) la amplitud de un espacio de exploración y conflicto emocional creíble.

La muerte, la lucha entre el bien el mal, el miedo, las obsesiones, el perdón, la pérdida de la inocencia, son algunos de los temas explorados en la obra de King, cuya producción incluye también entregas puramente “realistas”, como Misery, Moralidad y Rabia¸ esta última prohibida en Estados Unidos, debido a su historia: un joven quita la vida a dos de sus profesores de escuela y toma de rehenes a sus compañeros de clase. El propio autor estuvo a favor de censurar la novela.

Si todavía no has leído a Stephen King, son variadas las buenas opciones de inicio. Libros de cuentos: El umbral de la noche; Blockade Billy. Novelas cortas: Carrie, Las dos después de medianoche. Novelas de mediana extensión: Cementerio de animales, El resplandor, La niebla, La milla verde. Novelas largas: IT, Apocalipsis. Sagas: La colección de libros de La torre oscura. Con ninguno hay pierde.   

Conoce los 2 libros donde Stephen King cita al Perú

Por lo general, las historias del escritor nacido en Maine se desarrollan en locaciones reales estadounidenses (a excepción de la ficticia Derry y otros pueblos en medio de carreteras), las mismas que son matizadas por datos históricos funcionales al texto. Asimismo, aparecen referencias a culturas y costumbres extranjeras, cuyo contraste con la tradición norteamericana, amplía la dimensión de su obra. Precisamente, como parte de estas últimas, el Perú es mencionado en dos libros más famosos y voluminosos de King.

IT

 

IT, 1986

De acuerdo con la cronología de publicación, el primer libro es la novela IT, lanzada en 1986. En una escena ambientada en un bar de Nebraska, Ben Hascom, exitoso y angustiado arquitecto, conversa con el cantinero Ricky Lee, quien acaba de servirle una buena dosis de Wild Turkey Whisky. Hascom se sorprende al oír que la primera ronda es cortesía de la casa, y dice:

 

 

 

 

“—Vaya, gracias, Ricky Lee. Ahora voy a mostrarte algo que aprendí en Perú, en 1978, cuando trabajaba con un tipo llamado Frank Billings… estudiando a sus órdenes, podría decirse. Pescó una fiebre y los médicos le inyectaron un millón de antibióticos diferentes, sin que ninguno de ellos le hiciera efecto. Pasó dos semanas ardiendo y al fin murió. Lo que voy a mostrarte es algo que aprendí de los indios que trabajaban en el proyecto. El brebaje local es bastante potente. Si uno toma un trago, le parece suave, no hay problema, pero de pronto es como si alguien hubiera encendido un soldador dentro de la boca apuntándolo hacia la garganta. Sin embargo, los indios lo beben como si fuera Coca- Cola y rara vez vi a alguno borracho, mucho menos con resaca. Nunca tuve valor para intentar lo que ellos hacen, pero creo que esta noche voy a probar. Tráeme unas rodajas de limón, de las que tienes allí.

Ricky Lee le llevó cuatro y las dejó pulcramente en una servilleta junto a la jarra de whisky. Hanscom tomó una, inclinó la cabeza hacia atrás como si fuera a ponerse gotas en los ojos y comenzó a exprimir jugo de limón en su fosa nasal derecha.

            —¡Dios! —exclamó Ricky Lee, horrorizado.

            La garganta de Hanscom se contrajo. Su rostro enrojeció…  y Ricky Lee vio   cómo le corrían lágrimas por la cara, hacia las orejas. (…)

Hanscom buscó a tientas en el mostrador, cogió otra rodaja de limón y exprimió el jugo en la otra fosa nasal.

            —Se va a matar, —susurró Ricky Lee. Hanscom dejó caer en el mostrador las dos rodajas exprimidas. Tenía los ojos de un color rojo furioso y respiraba en jadeos entrecortados. De la nariz le goteaba el claro jugo de limón hasta las comisuras de la boca. Buscó a tientas la jarra, la levantó y bebió una tercera parte. Ricky Lee, petrificado, observó el subir y bajar de su nuez de Adán. Hanscom dejó la jarra a un lado, se estremeció dos veces e hizo una señal de asentimiento con la cabeza.  Luego miró a Ricky Lee y sonrió un poquito. Ya no tenía los ojos enrojecidos.

            —El resultado es el que ellos decían. Uno está tan preocupado por la nariz que ni siquiera siente lo que está bajando por la garganta.” (p. 109).

No es sencillo, aunque quizá tampoco tan complicado, dar con el brebaje exacto que Hanscom describe, y cuyo efecto es el de un soldador encendido dentro de la boca apuntándolo hacia la garganta. Como sabemos, aparte de la gastronomía, nuestro país es conocido por una larga serie de tragos y brebajes tradicionales, desde el Pisco Sour, la chicha de Jora, hasta otros de uso medicinal, como el Ayahuasca. Y, por supuesto, el cañazo y el aguardiente, licores mega cargados de alcohol. ¿A cuál se refiere Ben Hascom? La respuesta es variable, pero de encontrarse, sería un detalle menor comparado al truco del limón conque nuestros compatriotas rebajaban la intensidad casi volcánica del brebaje en cuestión. ¿Cómo se enteró el buen Stephen King de ello? ¿Lo habrá leído, oído, o tal vez puesto en práctica para comprobar su efecto y aumentar la credibilidad de su historia? ¿Funcionará?

 

Apocalipsis

Apocalipsis, 1990.

Aunque la primera versión de la obra data de 1978, bajo el nombre de La danza de la muerte, la edición del año noventa tuvo mayor alcance en los lectores debido a las revisiones y añadidos del autor. Con 1583 páginas en su forma final, Apocalipsis desarrolla y amplía la trama de un cuento del mismo King: Marejada nocturna, incluido en El umbral de la noche. En la ficción, una poderosa e incurable gripe arrasa con gran parte de la población mundial. Los sobrevivientes, un pequeño porcentaje de gente inmune, se dividen en dos flancos: uno, encabezado por la Madre Abigail, quien representa al bien; y otro, comandado por Randall Flagg, el Hombre Oscuro. En el capítulo 38 (p.495), el narrador en 3ra persona cita:

 

 

 

 “Mientras la epidemia de supergripe decaía, se produjo una segunda epidemia que duró dos semanas. Fue más común en las sociedades tecnológicas, como Estados Unidos, y menos frecuente en los países subdesarrollados, como Perú o Senegal. En Estados Unidos, esta segunda epidemia afectó al 16 por ciento de los supervivientes de la supergripe. En lugares como Perú y Senegal, a no más del 3 por ciento. La nueva epidemia no tuvo nombre porque los síntomas diferían mucho de un caso a otro. Un sociólogo como Glen Bateman la habría llamado «muerte natural» o «la de los tipos de las salas azules de urgencia». En estrictos términos darwinianos, fue el golpe final, el menos amable de todos los golpes finales, habrían opinado muchos.”

 

Según el contexto ficcional, el subdesarrollo y el rezago tecnológico de nuestra patria a finales de los 70´s (fecha de la primera publicación de Apocalipsis), redujeron la mortalidad debido a la supergripe. Esto se debería al difícil acceso e interconexión entre ciertas regiones nacionales en comparación con las sociedades tecnológicamente avanzadas, lo cual habría restringido el contagio de la enfermedad.

Por pura curiosidad, cabría preguntarse por qué King habrá elegido precisamente al Perú —y de paso a Senegal— como ejemplo de país subdesarrollado. De repente leía alguna novela peruana, veía un documental sobre los Incas, o quizá planeaba un viaje familiar a Machu Picchu u otro de nuestros cautivantes parajes. Habría sido una grata visita. Ojalá se anime pronto a sacar los pasajes.

 


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