Por: Aarón Alva
Estos días leímos Mientras huya el cuerpo, obra de Ricardo Sumalavia, publicada originalmente en 2006. Se trata de una novela corta posmoderna, cuya partida es la historia de Apolo, ex policía aplicado a resolver un crimen pasional. Enseguida se alternan secciones a modo de ensayo en primera persona, de quien sería el escritor del cuento de Apolo. Además, se presentan fragmentos aparentemente inconexos de una cruda tortura.
La propuesta es interesante. Aquel autor en primera persona —que no debe confundirse con el propio Sumalavia—, expone su proceso de escritura, a la vez que ensaya sobre la novela negra y la literatura en general. Narra progresivamente la construcción de Apolo, a través de Apolinario —su modelo en la “vida real”—, mientras recuerda su infancia en la selva peruana, el desarrollo de su círculo familiar y sus posteriores vivencias en el centro de Lima y Francia. Construir a Apolo funciona, en parte, como una elaboración de sí mismo, pues no se revela gran cosa de su cosmos interno y emocional. Todo lo dicho recae en su observación del rededor. En ese sentido, puede verse como un personaje algo “frío”, sin mucha carne.
Sin embargo, es precisamente aquella falta de fuego y aventura vital, lo que motiva la creación de Apolo, y también sus fantasías de cruel tortura. Dicha pérdida o inexactitud de un yo real necesita ese otro yo ficticio; mientras el detective representa una especie de búsqueda de justicia, es decir, un lado moralmente rescatable, el otro lado —el torturador— simboliza el mal innato. Sobre este último no se explica nada, aparece como un lado inevitable y humano, al fin y al cabo. El narrador crea al detective y al asesino en una dimensión mayor donde ambos son uno mismo. Se produce un desdoblamiento de la consciencia, donde solo una mitad es controlable. El libro cierra con una versión alternativa de la historia de Apolo, pero esta vez con los conocidos y familiares del narrador como personajes centrales. Solo de esa forma su vida tendría algún sentido épico, transmutada en ficción, pues esta creación final representa la muerte de su yo real y el salto a la vida literaria.
Como ya dijimos, Mientras huya el cuerpo transita en aquel plano posmoderno de novelas como El móvil de Javier Cercas, donde el protagonista pretende vivir a través de la ficción y el resultado es un círculo vicioso del que es incapaz de salir, o a la famosa Trilogía de Nueva York, de Paul Auster, con detectives envueltos en canales vacíos de personalidad y laberintos del yo. El lenguaje es funcional a la forma, que destaca por su fragmentación y variedad de registros.
Ficha técnica
Mientras huya el cuerpo, de Ricardo Sumalavia
Editorial: Seix Barral
Año 2023
134 páginas
Tapa rústica
Descubre más desde Cuenta Artes Revista digital cultural
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.