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RESEÑA: “Los Fabelman”. Muchas gracias por tanto, señor Spielberg

Por Danny Rodríguez

Quien escribe creció amando el cine gracias a momentos inolvidables de películas como ET, Indiana Jones o Jurassic Park. Es posible que para muchos sea difícil olvidar cuál fue la primera película que vieron en el cine. Por esa razón, aquella “peli de dinosarios” -como la llamábamos antes- nos voló la cabeza a quienes fuimos niños en los 90’s, pues no podíamos ver a estas criaturas más allá de los libros escolares y verlos, de pronto, “vivos”, gracias a sus revolucionarios efectos visuales, fue un acontecimiento fabuloso.

Con esa misma inocencia de no saber cómo funciona una sala de cine ni qué esperar de ella, inicia Los Fabelman, la película más personal que el mítico director Steven Spielberg haya estrenado en toda su carrera. A estas alturas de su trayectoria el “rey Midas” del cine, tiene muy poco que demostrar. Hablar de sus premios y reconocimientos es asunto de otro artículo, sin embargo, a sus 76 años, el señor Spielberg aún respira y vive por el séptimo arte. Y mientras tenga fuerza para ello, aportará mucho más a la gran pantalla, para suerte de millones de cinéfilos.

Los Fabelman es una evidente carta de amor del director hacia el cine como arte salvador y un tributo nostálgico a su propia familia, con todos sus problemas. Una historia “coming-of-age” donde presenciamos el viaje a la madurez del mismo Steven, a través del jovencito Sammy Fabelman (Gabriel LaBelle) un adolescente de familia judía, con gran talento para filmar películas caseras en compañía de sus amigos. Por suerte, cuenta con el apoyo de su amorosa madre Mitzi (Michelle Williams) pianista de gran talento, pese a las dudas de su padre Burt (Paul Dano).

Dicen que del dolor surgen los grandes artistas, y es por ello que el joven Sam, luego de conocer un terrible secreto que rompería por siempre la armonía de una familia feliz, decide refugiarse en lo que mejor saber hacer: capturar imágenes en movimiento de 20 fotogramas por segundo para crear historias de héroes de guerra y aventuras de vaqueros con efectos prácticos, cuyas secuencias están entre las más hilarantes de la película.

A través de su relato, Spielberg nos presenta una familia con la que es fácil encariñarnos, al punto de desear su felicidad permanente, si no fuera por las decisiones de Mitzi, que afectan irremediablemente la vida de sus hijos y la de su bienintencionado marido Burt, un ingeniero informático de gran talento, quien decide mudar a su familia de ciudad en ciudad por una mejora salarial y una mejor calidad de vida sacrificando la estabilidad de sus hijos.

A nivel actoral, todos están sublimes: Paul Dano es uno de los mejores y más infravalorados talentos de la actualidad. Ya lo vimos descollar con su espeluznante Acertijo en The Batman y ahora lo vemos como un cálido padre de familia que debe afrontar momentos complicados con mucha hidalguía. Sin embargo, ¡lo de Michelle Williams! Si no fuera por la difícil competencia que tiene este año en los Oscars, se llevaría su estatuilla fácilmente en un “home run”. La Williams adiciona a su ya nutrida colección de interpretaciones, otra inconmensurable performance donde ella es pura emoción que traspasa la pantalla. En la madurez de su carrera, domina un rango de emociones con una facilidad que hasta resulta absurda por lo buena que es. No sorprende que haya trabajado con algunos de los mejores directores de la industria.

Siguiendo en el apartado de las interpretaciones, no podemos dejar de mencionar a Judd Hirch como el viejo tío Boris, una “oveja negra” de la familia que resulta ser finalmente un gran mentor para el joven Sammy, pese a su excentricidad. “El arte no es un juego…si no lo tomas en serio te comerá vivo”, le advierte con la voz de alguien que alguna vez saboreó el éxito y lo perdió, pagando las consecuencias. El veterano Hirch despliega su talento en una escena tan intensa y divertida como fascinante que, al terminar, abandona la película como un cantante deja un escenario en un “mic drop” y ¡listo! Nominado al Oscar a Mejor Actor de Reparto. Brillante.

La película es además de entretenida y emocionante, hilarante, ya que no faltaron algunas risas durante la función, siendo este un pequeño indicio del genio intacto de Spielberg para generar reacciones en la audiencia. Tal vez no faltan algunos tópicos de la adolescencia como el bullying y el primer amor frustrado, sin embargo, el director impregna a su relato una calidez y sentimentalismo irresistible que sobrepasan sus defectos. Es, en definitiva, uno de los mejores de su ya legendaria filmografía.

«Los Fabelman» es una celebración del cine a través del cine. Y celebrar este arte es también celebrar la vida.

Considero que ver y disfrutar de este filme es como un gesto de agradecimiento al cineasta por tantos momentos maravillosos que nos regaló en una sala de cine y por hacernos creer que la magia y el acto de soñar despierto, no es sólo posible, sino real.

Puntuación: 5 de 5.

 


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