Escrita en 2017, la novela “Discerpo”, del autor arequipeño Víctor Lozada, publicada este 2021 por la editorial Animal de invierno, congrega sin querer elementos análogos al actual proceso pandémico. Sin embargo, más allá de contagios, mascarillas y planes gubernamentales en común, lo que descuella en el texto por su originalidad es la consecuencia final de haberse infectado con Discerpo (nombre del virus ficticio), pues a diferencia del ordinario desenlace mortal, lo que se pierde aquí es la capacidad de sentir, de engendrar emociones. Así pues, la humanidad inventada por Lozada, queda fisiológicamente sana, pero inerme ante el poder dictador de la razón. Cero sentimientos, cero emociones.
Esto, por supuesto, conduce a la humanidad hacia corolarios escabrosos, donde el código imperante parecer ser “yo tengo razón y tú no, por eso debes morir”. Se ilumina de ese modo una aguda crítica al mundo real, el mismo que, se supone, promueve lo contrario. Todo ello lo percibimos a través del personaje narrador, un periodista encargado de cubrir la pandemia, que sufre sus consecuencias en carne propia y asiste a la caída de su entorno familiar, amical y amoroso. En paralelo, la población mundial empieza a fraccionarse aún más, e ideologías como el pesimismo, nihilismo y anarquismo pasan a la acción a través de suicidios masivos, guerras, robos, violaciones y asesinatos, libres del sondeo emocional y sentimental.
Canalizada en la distopía, “Discerpo” cuestiona el presente de una sociedad a la que más le vale cultivar lazos reales de convivencia, pues no hacerlo la llevaría al auto desmembramiento en un futuro cercano.
“Sentir, esa palabra, ese verbo, ya no tiene un significado, tal vez una historia, pero nada más. Es como tratar de recrear el sabor de algo específico cuando tienes la boca vacía y, peor aún, cuando sabes que ese sabor nunca más lo probarás”.
No obstante, a pesar de su atractivo en cuanto a historia, la novela decae en lo referente a forma, tratamiento de personajes, lenguaje y sobre todo en la falta de un norte propio, más allá de lo expuesto como punto de partida. Está bien, tenemos un planteamiento bastante trillado, pero no por eso agotable: una pandemia, sea de zombis, virus o bacterias, que corrompen la vida humana. Los sobrevivientes se matan, luchan por sobrevivir y conjuran —o no— alguna clase de esperanza. En “Discerpo”, el inicio termina siendo prácticamente el final, y todo lo central queda como el bloque expositivo de lo que podría desarrollarse después. Pienso, por ejemplo, en “Apocalipsis” de Stephen King, uno de los pilares maestros de obras pandémicas, en la que sus primeras trescientas páginas —o quizá más—, presentan el triunfo del virus y a los protagonistas que sufrirán sus consecuencias. Pierden también familiares, parejas, amigos, pero es partir de entonces que presenciamos el desarrollo de una sociedad por completo nueva y no simplemente acabada en la predecible derrota del protagonista.
Por otro lado, si bien la prosa en “Discerpo” se percibe como “correcta”, termina siendo insípida y llana, sin buscar un estilo más allá del meramente directo y funcional. Esto juega un mal papel incluso en los momentos álgidos, donde el lenguaje no transmite la tensión propia del momento. Otro punto a reparar es el uso por ratos erróneo del tiempo gramatical, pues desde el inicio se emplea el tiempo presente, ya que el relato está siendo escrito por el protagonista; sin embargo, el párrafo final exhibe:
“Golpean la puerta y gritan para que la abra. Ya me encontraron. Aún no sé qué voy a hacer cuando me pidan que reclute para ellos. Tal vez estoy a minutos de ser asesinado. Una vez conectado el internet, abrí la función de subir un nuevo artículo. Continúan los golpes en la puerta. Apenas entren, presionaré el botón de publicar. Comencé a escribir frenéticamente, sin entender en un principio lo que estaba redactando. Supongo que quería seguir buscando una decisión. No sé si lo escrito tiene sentido. (…)” .
Otro punto blando son las reflexiones del narrador, las cuales pecan de inocentes y obvias y estropean el ritmo de la trama:
“Si toda una vida escuchamos por parte de empresas, personas ajenas (…) que para ser feliz se debe tener una casa, un físico esbelto, tal vez siempre hemos estado enfermos. Olvidamos cómo conocernos, por qué queremos lo que queremos, por qué somos como somos…ya nadie nos puede decir qué es y cómo se consigue la felicidad, o quiénes debemos de ser”.
En resumen, lo resaltante en “Discerpo” es su historia, global y polemizante; sin embargo, debido a sus desaciertos en cuanto a forma, esta queda solo como una buena partida que termina por ahogarse en medio de la carrera literaria.
DATOS DEL AUTOR:
Víctor M. Lozada Andrade. Nació en Arequipa, Perú. Tiene licenciaturas en Economía Política y Psicología de la Universidad de Georgetown en Washington D.C., Estados Unidos, y un Máster en Administración de Negocios del Instituto de Empresa (IE Business School) en Madrid, España. Ha trabajado en comunicación empresarial, manejo estratégico de medios digitales, emprendimientos tecnológicos y publicidad, en países como México, España y Malasia. Su primera novela publicada es “El sueño de Cerbero” (Surnumérica, 2018). Actualmente vive en Arequipa.
SOBRE EL LIBRO:
Autor: Víctor M. Lozada Andrade
Año: 2021
Editorial: Animal de Invierno
144 páginas
Tapa: Rústica
Puntos de venta: principales librerías en Lima y Arequipa, y a través de la web de Animal de Invierno: https://animaldeinvierno.com
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