Entrevistas Literatura

Bryan Paredes: «Escribí el libro con la idea de explorar la infancia y cómo esta afecta a los adultos.»

Por: Aarón Alva

Esta semana conversamos con el periodista y escritor Bryan Paredes, que recientemente publicó su primer libro de cuentos, llamado Infancias, editado por Dendro Editores. El libro, de corte realista, contiene 13 cuentos, con personajes en su mayoría niños, adolescentes y jóvenes, enfrentados a situaciones de aprendizaje y descubrimiento del mundo adulto. A continuación la entrevista:

 

Tus cuentos muestran personajes iniciáticos, contemplativos ante situaciones y decisiones muy comprometedoras.

Sí, hay una corriente que atraviesa todo el libro en estas iniciaciones de los personajes, respecto a un momento en que los va a marcar de por vida. Por ejemplo, en el último cuento, donde un periodista debe decidir entre entrevistar a Paul Auster o conversar con su padre, con quien tiene una relación conflictiva. No pensé en ese estilo y temática para todos los cuentos, pero sí noté una constante en las historias al momento de editar el libro.

De una u otra forma, tus cuentos buscan abordarlo todo; es decir, todos los temas. Desde la corrupción hasta los juegos y vivencias de niños, el amor, la muerte, la violencia. ¿Esto fue pensado desde el inicio?

Pues, no. Lo percibo a raíz de lo que comentas. Creo que es un desborde propio del tiempo en que escribí los cuentos, de la década de mis veinte años, y algunos cuando tenía diecisiete y dieciocho. Esa mirada que quiere abarcarlo todo, expandir el punto de visión narrativo. No fue algo consciente. Escribí el libro sin un plan estratégico, más que la idea de explorar la infancia y cómo esta afecta a los adultos. Los momentos que marcan para siempre. Es quizá propio de aquella edad querer abarcarlo todo, pero esto representa un problema, en cierto modo, pues siempre se deben contener muchas cosas. En lo narrativo, me refiero, por ejemplo, al lenguaje, que a veces puede sobrecargarse, y eso se va aprendiendo y controlando poco a poco.

En tu obra se reflejan ciertos estigmas sociales todavía presentes, como la hombría y valentía con sabor a prejuicio, pero también cierta ternura reprimida, difícil de expresar en un contexto violento. ¿Nos falta mucho para dejar de ser esa sociedad tan reprimida y violenta?

No sé si falta mucho, pero ha habido avances. En las redes puede verse más apertura de los varones, por ejemplo, en mostrar sus gustos y afectos. Ya no pesa tanto decir voy a ver la película Barbie, cuando antes hubiese sido muy difícil y te miraban mal si eres un varón. Estos estigmas sobre la valentía y la hombría fue uno de los puntos más conscientes del libro. Quería hacer notar aquella toxicidad, esa violencia muy reprimida. Seguí algunos modelos, pero también intentando mantener distancia con un libro como Los inocentes, de Oswaldo Reynoso, cuyos relatos muestran aquella dualidad entre el odio de sus personajes y la ternura, como el cuento Cara de ángel, en que dos personajes pelean, pero uno ve un destello en los ojos del otro, lo que refleja cierta atracción. Con mi libro trato de apuntar al cuestionamiento de una masculinidad muy violenta, poco tolerante.

¿Consideras que el género realista mantiene aún todavía cierta predilección en la literatura nacional en relación a otros géneros?

Creo que sí. Por el contexto en que vivimos, aún el género realista es una tendencia que se mantiene, en relación a otros géneros como la ciencia ficción, lo fantástico, entre otros. A veces, lo más irreal o inverosímil se ven en la realidad peruana. Corrupción, violencia sexual, de género, y tantos casos que incluso hasta a la mente más retorcida no se le ocurriría, pero que sí ocurren en nuestra realidad. No solo en Lima, sino en provincias también, casos que se conocen cuando la muerte está ya sobre las víctimas. Eso afecta mucho a los narradores. Hace poco revisé la antología El tiempo es nuestro y se nota aún la presencia de todos aquellos elementos. Siendo cuentos que se han publicado este año, lo ideal sería que la realidad no empeore, pero ocurre lo contrario. Los narradores tratan consciente o inconscientemente de moldear una voz ante todo esto. Lo mismo ocurre desde el periodismo.

Pareciera que cierta narrativa local estuviera moldeada por el periodismo. ¿Existe una gran influencia de tu trabajo periodístico hacia tu literatura?

Sí, es inevitable. La experiencia periodística se cuela mucho en los textos narrativos, así hables de ciencia ficción o un mundo aparte. El trabajo periodístico me ayudó mucho a ver una realidad que es completamente distinta a verla por los medios de comunicación. Ver en la calle a una persona que ha perdido todo, la indignación, accidentes, es una sensación tremenda que originó en mí mucha empatía y sensibilidad ante los hechos. Pero puede ser también un problema cuando tienes que mantener distancia para contar ciertos casos y no volverte loco al caer en estados anímicos peligrosos. En los tres años que estuve en policiales conocí historias realmente espeluznantes y drásticas. Para mí el periodismo ha sido vital en mi escritura al desarrollar una mirada en mi propia narrativa.

Lo que mencionas recuerda un poco a Fuguet, en Tinta roja. El encuentro con el primer cadáver en la calle. ¿Cómo recuerdas aquel impacto de escenas crudas en tu etapa de periodista, que luego se plasmaron en tu literatura?

Tinta roja de Fuguet me encantó. Es cierto, uno conserva momento grabados para siempre. Uno de aquellos momentos lo retrato en mi cuento Retamozo, el cual nació de un caso real. Encontrarme en la realidad con mil y un formas de morir fue algo muy impactante, hasta cierto punto desolador, un aprendizaje tenebroso al ver lo que somos al final: un cuerpo fugaz. Un día vivimos, hablamos, amamos, y al día siguiente todo puede ser historia. Aquel cuerpo material orgánico, transformado en una forma inaudita, es un aprendizaje espantoso pero revelador. Por ello añadí también en el epígrafe de mi libro la frase de José Watanabe: “La vida es física.”

¿Percibes que ha habido una evolución del género realista en el país?

Creo que los que escribimos siempre tratamos de quitarnos las influencias. Cuando empecé a escribir cuentos realistas emulaba a Reynoso y Ribeyro, y aunque como periodista y reseñista de libros me he topado con textos que mantienen ciertas estructuras o ambientes tratados en dichos autores, ahora la exploración es distinta en el lenguaje. Ya no leo gente que escriba como Ribeyro y eso es grato. Katya Adaui, por ejemplo, tiene cuentos muy realistas, con lenguaje y estructuras nuevas, tanto en formas y espacios. Igualmente, se mantienen algunas tendencias sobre la cotidianidad, el ambiente familiar, relaciones padre-hijo-madre, pero dichos de una manera más directa. Además, también hay elementos de ciencia ficción y lo fantástico que se combinan con el realismo y generan nuevas propuestas.

Hablando de lo editorial, ¿Cómo percibes la relación y/o dicotomía entre editoriales independientes y trasnacionales? ¿Crees que existen autores para un tipo específico de editoriales?

Es una cuestión interesante. Creo que podría ser. Pienso en Ariana Harwicz, por ejemplo. Ella empezó en editorial independiente, luego también en Anagrama, pero continúa publicando en independientes, quizá como una doble vía de mostrar su literatura. No todos los autores hacen eso, por razones personales, económicas, tal vez por querer llegar a un público más amplio, a través de una trasnacional. Sin embargo, en las editoriales independientes hay muy buenas voces, nuevas, arriesgadas, que no siempre son descubiertas a la primera por una editorial transnacional. Cuando recién aparecen en independientes y se leen, se comentan, ahí recién les echan el ojo. Para mí ha sido un gusto publicar en Dendro, y aprecio también el trabajo de otras editoriales independientes, las cuales presentan trabajos de gran nivel. La portada, los acabados, la presentación del libro en general es vital. Eso anima a muchos a los lectores a leer. Por supuesto, sabemos que las editoriales trasnacionales tienen departamentos para cada cosa (diseño, marketing) y en el caso de las independientes, a veces el editor es el que hace todo.

Se publique en editorial independiente o trasnacional siempre habrá un riesgo. Hemos visto fracasos en trasnacionales y aciertos en independientes.

Sí, es siempre una apuesta. Hay publicaciones, incluso, de autores que publican en otras plataformas y formatos, como Wattpad, cuyas historias se han hecho película. He visto autores que empiezan en editoriales independientes y luego en trasnacionales, pero es su calidad la que los define como buenos escritores, no tanto en qué editorial publiquen. Además, pensemos también en los precios, que siempre impactan en el bolsillo del lector. Igual, hay literatura para todos los gustos y en distintos formatos, pero hay que buscar. Se ven campañas de marketing de autores que ganan premios, novelas, sobre todo, pero cuando los lees resultan decepcionantes; por otro lado, autores que no tienen tanta difusión, pero son grandes descubrimientos, como Ariana Harwicz y María Moreno, y muchos más que tienen un lugar antes de ir hacia lo masivo.

De acuerdo con tu trabajo como reseñista, ¿aprecias alguna tendencia en la literatura peruana actual?

Sí. Insisto en el tema del lenguaje. En verdad, son pocos, pero son. El realismo se mantiene; asimismo, hace poco salió una antología muy buena de ciencia ficción. Pero, por otro lado, también hay mucha repetición. Quizá la mirada en cuanto a ciertas realidades sigue mostrando las mismas falencias. Por ejemplo, los diálogos de la calle no son tan logrados en algunos autores porque no son creíbles. La gente no habla así. O, a veces, tratan de retratar realidades que distan mucho de la suya, y eso enoja mucho. Persiste la mirada un tanto paternalista sobre la gente de provincia, o los que viven en los conos. Personajes sin conflictos, muy planos. Deben ser muchos factores lo que influyen en esto, sociales, el prejuicio, la mirada lejana. En mi caso, no me atrevería a escribir sobre gente de las clases altas porque no es mi realidad, pero hemos normalizado que lo contrario sí se publique, y bastante. En síntesis, el realismo y lo cotidiano se mantienen, así como la violencia, un tema muy latente en la narrativa peruana. Violencia social, de género, cotidiana.

Próximos proyectos y/o presentaciones

Mi libro estará en la Feria Internacional del Libro. Como proyecto literario un poemario y una novela ya avanzada sobre Lima. Con todo lo que veo y he vivido en la capital, es una ciudad donde me encanta vivir y a la vez me repele. Esa complejidad y contradicciones de nuestra capital es la que intento plasmar en la novela que comento.


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