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Reseña de Malambo de Lucía Charún-Illescas

Compartimos esta interesante reseña de Malambo, novela de Lucía Charún-Illescas.

Por Aarón Alva

Publicada por primera vez en 1999, la novela Malambo, de Lucía Charún-Illescas, ha sido reeditada este 2022 por la editorial Planeta, para su sello Seix Barral. La obra recrea el pequeño, pero muy rico universo cultural del viejo barrio de Malambo, ubicado en el actual Rímac, morada de esclavos, en su mayoría africanos, durante la época del virreinato español.

Sea o no por el actual proceso de reivindicación de grupos minoritarios históricamente desplazados de la luz mediática, la novela de Charún-Illescas, llega para muchos (entre los cuales me incluyo) como una “novedad” soterrada que valía la pena recobrar. Fabricada como una pieza coral, la obra encarna el sincretismo cultural, religioso, medicinal y social de la Lima de entonces, a través de personajes que encuentran en aquel factor una forma de resistencia identitaria ante la opresión. Narrada desde el inicio con un tono casi mítico, la prosa describe sin apuros la llamada “Ciudad de los reyes”, los nombres en desuso de sus calles centrales, y las edificaciones de la élite y el grupo de esclavos.

“Los sucesos de esta historia van desde un trópico de manglares y orquídeas que nacen en el aire, hasta el azul frío y transparente del estrecho de magallanes.”
“(…) y las aguas del Rímac les repiten a las tacuaras esos relatos que el viento pasea por los maizales y los campos de algodón.”

Tomasón Ballumbrosio, personaje que articula las historias de la obra, es presentado como un pintor algo rebelde, que se ha ganado el respeto de su amo (el Marqués de Valle Umbroso) por su habilidad artística. Posee una choza construida gracias a la buena voluntad de Jacinto Mina, caporal de la cofradía de los angoleños habitantes en Malambo. Tomasón mantiene rasgos culturales propios de los Yoruba, así como fuentes católicas, aprendidas en el Perú. Lo acompañará Pancha, huérfana de padre, cuyo conocimiento de yerbas curativas se verá reflejado en su trato con Altagracia Maravillas, esclava y amante de Manuel De La Piedra, principal antagonista. Yawar Inka, descrito como indio, personifica una hermandad entre la cultura afro y andina, siempre apartada de la élite. Sin embargo, no todos los personajes blancos son retratados como crueles. Está el caso de Chema Arosemena, investigador español, capaz de criticar el trato inhumano hacia los esclavos.

Otro punto alto de Malambo es la resignificación del río como símbolo. El Rímac es mostrado no solo como una marca divisoria entre esclavos y ricos, sino también como un ente estático a pesar del flujo de sus aguas, que transmite, entre otras voces, mensajes “chismosos” y de mofa, contrario al símbolo de vida y movimiento con que suele asociárselo. Los personajes lo oyen hablar, encuentran cierta inspiración en él, como el caso de Tomasón, quien al ver el caudal piensa en Ochún, una especie de sirena Yoruba, la misma que pinta con cariño; pero no es un flujo que los arrastre hacia la libertad o los estimule a la lucha. La muerte ronda sus orillas, como en el caso de Francisco Parra, padre de Pancha, quien es hallado muerto en la tierra húmeda.

“Si se hacía caso a las habladurías del Rímac, diez años atrás, un anónimo De la Piedra deambulaba por las pulperías portuarias del Callao (…)”

Será en el mar del Callao y otros lugares oceánicos, donde algunos personajes buscarán su destino, se buscarán entre ellos y rozarán el espacio mítico del que emprenderán el retorno con cierto grado de éxito. Por ejemplo, Venancio, pescador y hermano de Altagracia, parte al puerto en busca de un mejor porvenir, y posteriormente Pancha irá tras él, no solo en busca de casamiento, sino de hacerlo volver con el arma (dinero) para comprar la libertad de Altagracia. Y es que en Malambo no hay posibilidad de libertad, solo de resistencia, incluso desde el patetismo, como ocurre con Catalina Ronceros, prometida de Manuel De la piedra. La vida de los personajes se sostiene por su propia cultura, sus creencias y música, mitos y leyendas, la naturalidad para temas como el más allá, la muerte, el contacto con los muertos, elementos que, dentro de todo, les brindan un arma que solo es visible a los ojos del lector: su identidad.

Resulta interesante contrastar la cosmovisión de Malambo, con una obra publicada más de cuarenta años atrás, precisamente en 1958, que comparte la presencia del río Rímac entre sus personajes. Me refiero a No una, sino muchas muertes del excéntrico Enrique Congrains. Si en la novela de Charún – Illescas la explotación y la tiranía son enfrentadas justamente con aquella identidad cultural mencionada, en la creación de Congrains todo ello parece haberse disuelto en una ciudad alienada, plagada de un culto extremo a la supervivencia; una clase explotada que no tiene reparos en explotar también a quien tenga manos y pies, a través del salvajismo y la violencia. Los esclavos en el mundo de Maruja (personaje central de No una, sino muchas muertes) son un ejército de locos que representa la pérdida de toda razón y dignidad humana en pos de la ambición. Ya no existe la cultura salvadora de Malambo que, escrita cuatro décadas después, busca rescatar esas valiosas manifestaciones, tanto idiosincrásicas como espirituales.

No obstante a sus aciertos, Malambo no se salva de tropiezos. Uno de los más notorios es la sorpresiva caída del estilo a partir del tercer capítulo. El tono mítico y muy bien llevado por el narrador, se convierte de pronto en un simple puente funcional, debilitando así una voz personal, rica no solo sonoridad, sino incluso en vocabulario. Cerca del final, la prosa retoma su fuerza y lírica, pero no con el mismo peso del inicio. Otro punto blando son ciertos pasajes expositivos donde, si bien se ilustran historias secundarias fértiles en la cultura de los personajes, se resta épica y tensión a la trama, e inclusive esta llega a perderse. Es recién hacia el final cuando el hilo narrativo redirecciona su conducto.

En resumen, considero preciso conmemorar la reedición de Malambo, pues realza el camino de la literatura afro escrita por mujeres, en un país acostumbrado a llegar tarde al descubrimiento y valoración de su propia cultura.

Libro recomendado.

 

Ficha técnica:

«Malambo», de Lucía Charún – Illescas

Editorial: Planeta, para su sello Seix Barral

Año: 2022

238 páginas

Tapa rústica


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