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Reseña de “La caza espiritual”, de Miluska Benavides

       A seis años después de su primera publicación, “La caza espiritual” (Celacanto, 2015), libro de Miluska Benavides (Lima, 1986), vuelve al ojo de los lectores atentos —y quizá, no en simple ironía, convenga decir reales—, a cargo esta vez de la editorial Hipatia Ediciones, luego de haber flotado en una especie de viento de culto, ya que las bocinas chillonas del poder no le prestaron ni un sorbo de su saliva, allá por mitad de la última década; solo un par de reseñas “independientes”, atendieron la obra, sin lugar a dudas imprescindible en el recuento literario de cualquier crítico que se respete. La presente edición es, con certeza, uno de los principales acontecimientos literarios del presente año en el Perú y es impulsado, en parte, debido a la selección de Benavides por la revista británica Granta, como una de las mejores narradoras en español menores de treinta y cinco años. A esto se suma su participación en la actual delegación peruana de escritores invitados a la Feria del libro de Guadalajara, presencia que claramente fue acogida por su selección Granta, ya que a los eslabones fraguados del continuismo mediático no le quedó otra que, ahora, sí, hacerle un lugar tanto a ella como a otros escritores antes ignorados.

 

Poco antes de morir, Oswaldo Reynoso dictó una charla, donde lanzó una pregunta que me hizo recordar al extrañamiento de San Agustín acerca del tiempo (sé qué es el tiempo, pero si me preguntan por él, no sé cómo explicarlo): ¿Qué es el cuento?  Luego de leer el libro de Benavides, y de acuerdo con la extensión de sus componentes, me retraje a esta pregunta, pues sentí haber leído textos que, más allá de todo lo decible sobre sus personajes y tramas, permite un nuevo trance por aquella cuestión en apariencia básica. Muy lejos de fórmulas de taller que incluso por entonces henchían a muchas de las obras sí promocionadas, los textos de “La caza espiritual”, presentan una exploración formal que descarta la “redondez” conclusiva como norte final, y dispone un armazón propio, la búsqueda de un concepto o idea personal de cuento como formato.         

 

Abre el libro “Los cuerpos celestes”, cuya estructura fragmentada en puntos de vista, tiempos y personajes distintos guiará el resto de relatos, modelando así diversas etapas vitales, sin buscar un final cerrado en cada una de ellas. El narrador configura a través de pausas en la acción y pasajes algo densos, la posterior reacción de los personajes frente a situaciones que constriñen sus deseos y cuestionan sus convicciones. Es notable desde el primer texto la variedad de registros narrativos, que van desde lo académico hasta la oralidad muy bien cuidada, sin exagerar frases que rompan la unidad sonora de cada sección.

 

“Los animales domésticos”, segundo relato, alcanza un altísimo nivel gracias a las imágenes y metáforas que refuerzan la trama, a su juego un tanto fantástico y sobre todo por la confección de su prosa. Se aprecia aquí una afinidad simbólica entre el bien y el mal, lo que debilita también refuerza, el cómo un vicio y obsesión tiene aristas no siempre infaustas, que evoca en algo a los dilemas de la literatura sureña estadounidense. Este relato, junto al penúltimo, “Corpus Christi Diego”, son, a mi parecer, textos de obligatoria presencia en cualquier antología peruana última. En “Corpus Christi Diego”, la trama se aventura en un tipo de desdoblamiento que roza con la fantástico, lo religioso y desarrolla su acción en un pueblo que recuerda al San Damián de Jorge Ninapayta, precisamente en el cuento “Regreso a casa”, proclive a hechos de corte similar. 

 

Es destacable en el resto de textos la usanza de costumbres locales, lo vernacular y sobre todo la contraposición entre modernidad y toques de leyenda, como ocurre en “Las llamadas”, “Las soledades”. 

 

No encuentro texto malo en “La caza espiritual”, pero podría citar dos poco fuertes en comparación a los ya citados: “Las cuatro estaciones” y “Las ceremonias”, que, a pesar de su prosa nada amanerada y lastimera al pintar sus tramas, no alcanzan potencia ni despliegan gran calidad de imágenes.  

 

En resumen, muy aparte su enorme calidad, es imperdonable haber llegado a “La caza espiritual”, casi por rumores de que andaba por ahí un libro que ya no existía y que nadie “importante” dio atención por temas de ninguneo y seguro hasta de pereza literaria, y fue enhorabuena re editado por una editorial independiente, que, por cierto, junto a otras casas independientes, salvo chispazos de alguna pluma trasnacional, hace rato dan la hora justa en la lite peruana. 

Libro recomendado. 

 

Ficha técnica: 

 

“La caza espiritual”, de Miluska Benavides.

 

Editorial: Hipatia ediciones

 

Año 2021

 

146 páginas 

 

Tapa rústica 

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