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Reseña de «Esa señora llamada Luna», de Ana María Intili

Por: Aarón Alva

Suele creerse en cierto sector adulto, sobre todo en padres de familia poco adeptos al hábito lector, que un texto infantil es -o debe ser- el mero depositario de moralejas, consejos y quizá un anticipo al mundo de la autoayuda. Me he topado con textos realmente caros, acompañados de shows musicales y una banda de peluches gigantes para su promoción, cuyo contenido no escala más allá de acoplar situaciones forzadas, resueltas por intervenciones aún más forzadas, que incluso muchos niños de ahora recelarían de creer. Hay excepciones, por supuesto. Pienso, por ejemplo, El club de los raros, del español Jordi Sierra y Fabra, o en la reciente novela Felinar, de Jorge Casilla (Perú), libros cuyo contenido y estructura permiten sumergirse en capas de lectura profundas y nada explícitas.

Ana María Intili, escritora argentina radicada en Perú, ha publicado la micronovela Esa señora llamada luna (Editorial El Gato descalzo), en la cual ficciona parte de su niñez y se aleja del tono irónico y hasta de suspenso psicológico usado en sus previos libros de microrrelatos. En el relato se aprecian cortos pasajes en la vida infantil de María, una niña que confiere a la Luna una representación simbólica de su propia infancia. Ello se realiza a través de imágenes que María adhiere al satélite terrestre, en los que se avizora un gusto y predisposición a fantasear de un modo exclusivamente literario. La narración en primera persona destaca por su prosa tranquila, sin adornos innecesarios, pero con buen ojo al emplear símiles que sugieren lo que ocurre al interior de María.

Mirándola me imaginaba historias, cosas de familia o de casta. Era cuando creía ver en su interior delinearse diversas figuras; como si fuera un modelo de familia, reunido y jugaba un rol importante. Tal cual sucede en la tierra, cuando los poderosos árboles custodian la semilla recién germinada.”

En el resto de capítulos, la Luna adquiere una presencia constante en la mente de la protagonista, quien la asocia con elementos cercanos y cotidianos. Se narra la relación entre la niña y su abuela, personaje que revela parte del origen de la autora y contadora de historias. Asimismo, los hermanos de María irán modelando el paso de su infancia a la pubertad, tanto en situaciones de colegio como en el descubrimiento del enamoramiento adolescente. Cuando descubre la lectura, esta funciona en María como un puente entre la pura imaginación personal y el entregarse a historias ajenas escritas en papel. Todo ello narrado en tiempo pasado, desde la mirada de una niña que en apariencia ve todo de modo optimista.

Existen, sin embargo, elementos que comunican ciertos deseos truncos y carencias en María. Este no es un detalle menor, teniendo en cuenta la naturaleza autobiográfica del libro. Por ejemplo, en los primeros capítulos es muy notorio el deseo de María por ser cuidada, deseo que se manifiesta en su relación con la Luna y que empieza a revelar una posible ausencia afectiva por parte de su madre, a pesar de que esta vive en la misma casa. La figura maternal predominante en la obra es la abuela, quien, junto a la luna, representan un escape de la realidad, al mismo tiempo que su anhelo a recibir cariño. La madre, que tiene incluso pocas apariciones, es presentada como alguien práctica, que incluso encarga indirectamente a su hija mayor el cuidado de María:

“En cambio, mi mamá estaba siempre ocupada, ¡con tantas obligaciones que cumplir! A menudo las cosas pendientes y las tareas de la casa la abrumaban; frente a cualquier pregunta o duda que tuviera respondía: “Chichi debe saber.”

Si tomamos tal detalle como real en la vida de Intili, veremos que no es nada gratuito en la formación posterior de su obra. Recordemos su microrrelato Tiempos modernos, aparecido en su libro “El hombre roto”, en el cual se aprecia con sutil y fina ironía cierta duda vital sobre el rol de la mujer:

“Blancanieves, cansada de tanto trabajo, se subleva y comienza a repartir las tareas. Descontentos, los enanitos deciden cambiar de domicilio. Ahora es cuando Joven Acaudalado (viudo con siete hijos) le pide matrimonio. La propuesta la sorprendió. Aún sigue pensándolo.”

Lo que María ve o cree ver en la Luna, termina siendo más un reflejo simbólico de sus anhelos que figuras arbitrarias. Por ejemplo, cuando dice que se asemejaba a una “casa de cristal”, y que en las noches de invierno pensaba en la enigmática familia de tres personas viviendo en el interior de la Luna, el lector intuye de inmediato que no habla precisamente de padre, madre e hija.
Por otro lado, el lenguaje es sencillo, pero no por ello descuidado y, aunque hay secciones en que el uso de diminutivos es reiterativo, en general se libra de aquella idea errónea de escribir “fácil” para un público infantil. Aun así, pienso que el relato en su conjunto, representa más un testimonio vivencial de la infancia de la autora, el cual funciona como antecedente de un estilo y temas muy bien trabajados en sus microrrelatos, género que es, en definitiva, el punto fuerte de Ana María Intili.

Ficha técnica:

“Esa señora llamada Luna”, de Ana María Intili

Editorial: El gato descalzo

Año 2022

141 páginas

Ilustraciones: Raúl Ostos

Tapa rústica

 


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