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Reseña de “Literatura anónima”, de Omar Guerrero

Por: Aarón Alva

Más de una vez he escuchado a ciertos lectores que la literatura que discute, se construye o reflexiona sobre la misma literatura, puede caer en el riesgo de ser leída y apreciada por solo un grupo selecto. Ello se debe a que, quizá de antemano, aquel tipo de lector piense que tendrá ante sí un libro para el cual no está preparado o que no lo enganchará, a falta de acción y velocidad. Un buen ejemplo para derrumbar este prejuicio es Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, novela trepidante, que engarza con maestría una trama de búsqueda y descubrimiento y a su vez la formación de un grupo poético, así como también un mapeo histórico-político de Latinoamérica. El móvil, de Javier Cercas, otra obra metaliteraria, configura desde el inicio a su protagonista y trama sobre su propia esencia; es decir, una novela que se escribe y reflexiona sobre sí misma, aunque esto se sepa solo al final. Del lado más “comercial”, está, por ejemplo, Misery, de Stephen King, cuyo personaje (un escritor) tiene el forzoso encargo de escribir una novela, o de lo contrario será cortado en pedazos.

Literatura anónima, de Omar Guerrero, publicado por Editorial Colmillo Blanco, es otro texto que no necesita de aquel previo y supuesto bagaje literario para encontrar vía libre en el lector. Si bien los once cuentos están fabricados con escritores y personajes literarios, el autor dirige sus tramas a través de un aspecto tan cautivante como lo es la personalidad de cada protagonista, en muchos casos explosiva y paranoide, en su mayoría seducidos de algún modo por la búsqueda del anonimato.

Al hablar de anonimato se juega también con la idea de identidad. Por ejemplo, el cuento El otro Thomas Pynchon, historia de un personaje en busca del famoso escritor norteamericano, con la particularidad que son homónimos. Al ser una búsqueda que deriva en obsesión, sin darse cuenta, el personaje va perdiendo su propia identidad hasta convertirse en una especie de esclavo de un ideal que el lector puede juzgar como banal; pues, como se expresa de sí mismo al inicio, “ni siquiera soy capaz de causar una buena impresión, a menos que mencione mi nombre.”
Esta especie de triángulo entre nombre, identidad y anonimato, recorre el libro y desliza sutilmente una pregunta clave que, sin planteársela de forma directa, es la interrogante central de la obra: ¿Qué define nuestra identidad? Ante ello, el anonimato parece ser un buen cuartel.

Martín Adán y yo, relato de corte fantástico, describe la búsqueda de un joven, pero esta vez hacia un ideal de identidad poética que le permita ser buen escritor. Ayudado por el supuesto fantasma de Martín Adán, el narrador fabrica su propio desmoronamiento, mientras recurre al famoso malditismo con el que suele relacionarse a poetas y escritores. Finalmente, el anonimato recurre a él como única opción posible frente a la angustia por no alcanzar la fama. Este relato pone en duda un tema que trasciende a la fama o el anonimato. Escoger a Martín Adán como espíritu seductor o el modelo a seguir en cuanto a escritura y fama, abre una interrogante retórica a la vez que política. ¿Es solo necesario el talento y el esfuerzo por realizar una “obra maestra”, la garantía de un lugar en la historia? El cándido personaje narrador, aprendiz de poeta, es guiado por un espíritu que, al fin y al cabo, no es más que el resultado paranoico de su propia angustia y frustración, el cual lo encamina por borracheras, prostitutas y robos, elementos inútiles e insuficientes si se piensa en el resto de beneficios que, más allá de su excelente talento, tuvo Martín Adán en vida.

La muerte es tratada también como resultado de aquella obsesión de búsqueda y anonimato. En el relato XX, más que una búsqueda, asistimos a la persecución de una poetiza de culto, quien no encuentra otra opción que jalar del gatillo en defensa de su anonimato. Negro literario, cuento que aborda la dicotomía entre anonimato y reconocimiento, así como el tema de los prejuicios por pieles de colores opuestos, destaca en el juego de “doblaje” del personaje, al estilo Ribeyriano, hecho que remece la noción de identidad del protagonista.

Las letras de Praga es el mejor cuento del libro. El escritor protagonista visita la capital checa en una especie de recorrido Kafkiano y es confundido en todo lugar con Rodrigo Fresán, quien le había recomendado conocer la ciudad. El relato se sostiene mediante una tensión muy bien balanceada entre la creciente paranoia del personaje y su entorno, el cual no duda de la identidad de aquel. Si aquí aparece nuevamente la idea de anonimato como puerto de salvación y un protagonista que, ante los ojos del lector, puede ser una u otra persona, también se abre una serie de complejas interpretaciones sobre la identidad del individuo frente a la sociedad, pues, finalmente esta parece actuar en constante presión sobre aquel, desde su propio nombre hasta la configuración arbitraria de su personalidad.

A la caza de Salinger, último relato del conjunto, reúne a través de la ficción al escritor neoyorquino con el personaje de su cuento más famoso: Un día perfecto para el pez banana. La psicología perturbada del protagonista (cuyo final es el mismo del cuento de Salinger) se ve enlazada al obsesivo anonimato del famoso escritor.

En general, Literatura anónima es un libro ágil, de tramas bien definidas, cuyo hilo conductor (lo anónimo) se construye desde márgenes diversos, sin necesidad de un previo “saber” literario para lectores primerizos, lo cual juega a su favor. Sin embargo, tal intención de sencillez debilita por momentos su lenguaje. El estilo funcional es correcto y limpio, pero resulta un tanto monótono en su totalidad, pues, a pesar de las distintas personalidades en los relatos, la voz narradora es similar en primera como en tercera persona.

Ficha técnica:

“Literatura Anónima”, de Omar Guerrero
Editorial: Colmillo Blanco
Año: 2022
136 páginas
Tapa rústica

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