Cuentos Reseñas Literarias

Reseña de «Cuentos para cerebros detenidos», de Raquel Jodorowsky

Por: Aarón Alva

Poco antes de fallecer, Raquel Jodorowsky brindó una entrevista al escritor y periodista Pedro Casusol. Al leerla, es sencillo imaginarla como una mujer tranquila, a su modo retirada de la velocidad del tiempo, más bien atenta del lugar dinámico y espiritual adonde apunta su obra. Como ella misma explica, su trabajo se compone de pedazos. Un poco de todo, aquí y allá, cuerpos mutilados, corrientes, visiones.

Basta indagar brevemente su vida para comprender aquellas formas, a veces transparentes, otras densas, conque construye una propuesta particular. Ya de niña su acercamiento al lenguaje fue dispar, a causa de las constantes variaciones geográficas que mudaron su residencia. Escribió su primer poema con un pedazo de cobre sobre piedra, nada menos que una mina, lugar de juegos para ella, lugar de trabajo para su padre. Años después viajó a Lima, becada por la universidad San Marcos, y fijó a la capital peruana como establecimiento de su vida finita. Jamás tuvo pretensiones europeas, pues, según decía, no cambiaba a América por nada. Aquí estudió, escribió, vendió ropa hippie, creó y abrió dimensiones para cerebros detenidos, y se convirtió en eso que llaman autora de culto, leída y publicada en varios países. Todo ello, única y exclusivamente por su obra.

Estos días leí Cuentos para cerebros detenidos, publicado originalmente en 1974, reeditado por Editorial Pesopluma. Considero vano buscar alguna manera “objetiva” de abordar los textos, sin que esto signifique que carecen de organismo y unidad. Por el contrario, los relatos del conjunto se saben a sí mismos piezas extravagantes, artefactos de una gama incolora e irracional, cuya astucia y trampa (toda obra encierra algo tramposo) pretende indirectamente mutilar el acto lógico del sentido común. Espíritus que comen fuego, pedazos de cuerpos vivos que se observan entre sí, zapatos que oyen conversar a los órganos internos de sus dueños, entre otras rarezas. Cada relato no supera el espacio de una cara, son de lectura rápida, pero considero que es riesgoso leer el bloque de un tirón, a menos que se busque una abducción irreversible de realidades demasiado extrañas. Pienso en una lectura agradable de aliento pausado.

Por supuesto, a pesar de su rareza, existe una extrapolación terrenal y humana en estos cuentos. Se desprenden actos de amor, rebeldía, sátira sobre formas de gobierno, contradicciones, variaciones de cuentos de hadas, supervivencia al rojo vivo, y un largo etcétera, sin que esto ocupe materia principal de la propuesta artística, ligada en parte al dadaísmo. Jodoroswky misma señala al inicio del volumen:

La autora concederá 40 días de indulgencia a todas las personas que leyeren cada uno de estos cuentos. Otros 40 días a los que saquen 5 copias de cada página y 40 días a quienes los aprendieren de memoria.

Este juego textual recuerda un poco a uno de los manifiestos DADA de Tristan Tzara:

Nadie puede escapar al destino
Nadie puede escapar a Dada
Tan solo DADA puede hacerle a usted escapar del destino
Me debe usted 943.50 francos.

Aparte de ello, son varias las ideas de Tzara relacionables a la obra de Jodorowsky, pues el poeta y ensayista rumano, padre del dadaísmo, abogaba contra el propósito racional de explicar una obra de arte y su supuesta “verdad”, y defendía más bien aquel orden = desorden; yo = no, yo; afirmación = negación… absoluto en pureza de caos cósmico y ordenado. Además, como él mismo señalaba, una de sus intenciones era destruir las gavetas del cerebro, actitud parcial de los cuentos de Raquel Jodorowsky. Otro elemento en común reside en la acción dadaísta de optar por propuestas fuera de toda moda y convención artística, y transitar por la libertad y el caos de la creación.

Para (des) entender mejor Cuentos para cerebros detenidos, veamos uno de sus relatos, llamado U.P.

Palupaka Mogci quería ser medieval.
Se fabricó un caballo de hoja de literatura y atravesó la mesa de billar.
Pero los microbios de ese país eran desconocidos, además no aparecían en su diccionario ni entendía el idioma de maniobras que hablaban.
Papaluka Mogci dejó de creer en Dios.
Sacó de sus poros verdes los hijos que le habían crecido por el camino y a la orilla de un bosque se puso a asarlos bajo las estrellas.
Pronto se envenenó. Pero un puma que los había seguido, los tejió de nuevo y pudieron proseguir su aventura al siglo siguiente.
No sucedió nada.El cu-cú dio las siete. Pakapalu Mogci desdobló su caballo y se puso a leer las noticias del día que a cada minuto un teletipo imprimía su piel llena de crin.

Cierran el libro dos entrevistas de Pedro Casusol a la autora, material valioso.

Obra recomendada.

Ficha técnica
Cuentos para cerebros detenidos, de Raquel Jodorowsky
Editorial: Pesopluma
Año 2023
213 páginas
Tapa rústica


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