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Reseña de «El ruido de una época» de Ariana Harwicz

Reseña de «El ruido de una época» de Ariana Harwicz

En una carta de Gustav Flaubert a Louis Colet, fechada en mayo de 1852, el escritor francés dice lo siguiente: «¿Qué es, pues, la igualdad sino la negación de toda libertad, de toda superioridad y de la propia naturaleza? La igualdad es la esclavitud. Por eso amo el Arte. Ahí, al menos, todo es libertad en el mundo de las ficciones.». Desde una óptica restringida, es factible pensar en Flaubert como un valedor de tiranos, un celador de albedríos y oportunidades. Por supuesto, la sentencia del escritor admite dimensiones pantanosas —si es lo único que se pretende  ver—, pero también la invitación a escarbar un poco más profundo. El punto es que la frase de Flaubert resiste —o resistió— admoniciones culturosas y cancelatorias, por tratarse de un mensaje en principio privado. Casi doscientos años después, Ariana Harwicz experimentó acusaciones moralistas por tuitear lo siguiente:

Nunca hemos sido tan libres como bajo la Ocupación alemana, decía Sartre en el 44. Obviamente los que no quisieron entender gritaron, escándalo, escándalo. Bajo Ocupación, bajo dictaduras comunistas, los individuos mantenían su libertad interior, porque el enemigo estaba afuera. Ahora está dentro.”

Sin embargo, la relación entre Harwicz y Flaubert no es de corte moral, públicamente hablando, sino que apunta a intromisiones artísticas, tanto estéticas como morales, de agentes externos —a veces públicos, otras del mismo autor—, que deforman el que sea quizá el único espacio donde, al menos hasta ahora, el ser humano puede ejercer su libertad. Naturalmente, hablamos del arte. En términos literarios, si por un lado Flaubert luchó tanto por extirpar de su obra toda injerencia del narrador, de hacerlo casi invisible al mismo tiempo que personaje principal, de dar a su trabajo una especie de identidad superior y lejana de él mismo, Harwicz señala operaciones inversas del tiempo moderno, al señalar “el enemigo estaba afuera. Ahora está dentro”.

En su reciente publicación El ruido de una época (Animal de invierno, 2023), la escritora argentina expone el fresco de una época hostigada por juicios morales portátiles, donde, entre otros, el argumento de la “identidad” parece haber sobrepasado límites plutónicos en cuanto a orden y control artístico.

«En los festivales de literatura importa mucho más dar cuenta de ser ecologista, anticapitalista, vegano, antirracista y proinmigración e inclusión, que la obra, que las reflexiones que puedan tener los autores invitados sobre la literatura.”

Lo “ofensivo”, el pensamiento único, cada dirección ideológica que pretenda mangonear el arte es visto por Harwicz como una trampa a la independencia creadora. Con ejemplos de primera mano, la autora señaliza aquellas imposturas que, si bien no son nuevas —toda época y sociedad pose códigos y reglas eternamente variables—, adquieren hoy en día un blindaje exclusivo gracias a la masificación de la opinión virtual. No obstante, no debe confundirse a Harwicz como abanderada de un lado político en particular. Si bien su mensaje podría ligarse a flancos aparentemente conservadores, el camino es otro, aboga por resistir al estancamiento de una facción más bien conservadora en actitud y dueña de un poderoso instrumental cancelatorio. Estar del lado del “bien”, de aquella artificial pureza ideológica no es otra cosa que portar armas totalitarias. Ejemplos sobran.

“(…) El combate político de un escritor es ese, no escribir con la lengua del poder.”

“(…) Cancelar obras con el pretexto de que son homofóbicas o por apropiación cultural, es un viaje de ida. Después los canceladores son a su vez cancelados, y todo vuelva a empezar.”

De igual modo, la autora reflexiona sobre los procesos del arte y la escritura en sí, allí donde el orden perfecto se arma mediante contradicciones, siendo abogado del diablo, víctima y victimario, viendo a través de miles de espejos y agujeros negros, y sobre todo enfrentarse a uno mismo y aceptar estar muerto para escribir. Pues, como dijo el buen Hemingway una medianoche en París durante un paseo en coche (película de Woody Allen): “no escribirá bien si tiene miedo a morir.”

El libro reúne también la correspondencia entre Harwicz y el escritor chileno Adán Kovacsics. Dichas páginas representan un interesante registro de opiniones sobre el arte en general, especialmente la música y la literatura, y un foco puntual de lo moderno. Hacia el final, encontraremos otro grupo de ensayos que abordan a su vez hechos sociopolíticos, citando a autores y personalidades como Marguerite Duras, Maradona, y hasta Fujimori, entre otros, todos personajes complejos, como el mismo Flaubert, quien también sufrió el intento de censura de su obra. Nos quedamos con esta frase del texto:

“Pensar la época (y cualquier cosa) es que esté bajo sospecha y contradicción.”

Libro recomendado.

Ficha técnica

El ruido de una época, de Ariana Harwicz

Editorial: Animal de invierno

155 páginas

Tapa rústica


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